31.7.04
Vamos las bandas
El arte es un vago intento del hombre por expresar de alguna forma aquello que sólo el corazón -a su manera, en su lenguaje casi siempre incomprendido- puede interpretar dejando a un lado a las explicaciones racionales. A decir verdad, no me gusta criticar ninguna expresión artística por el simple hecho de que si a mi no me agrada, eso no me da la libertad de tirar abajo un monolito que de seguro a más de uno llenará sentimenal o espiritualmente. No obstante, uno siempre puede opinar.
Hace tiempo que vengo sintiendo un vacío musical en cuanto a lo que las grandes bandas de rock -me refiero a las auténticas, no a los productos de marketing- respecta. El útlimo grupo que considero que marcó un antes y un después de la decada de los noventa para acá fue Nirvana: luego sobrevino un período gris lleno de mediocridad, todo ya inventado, todo sin espíritu, sin alma.
Gradualmente las buenas bandas comenzaron a flaquear. Los Guns sufrieron una de las separaciones que la historia del rock más llorará por toda la eternidad, Metallica traicionó sus raices firmes e inquebrantables de metal por las tentaciones del diablo-mercado; y Aerosmith colgó los botines en la cancha de la composición de letras heartbrakers que supieron identificarnos a todos y permitió que otros escriban para ellos. Como contagiados de este maleficio de antimusicalidad, los Rolling -banda que no me gusta pero respeto como a pocas- consideraron oportuno traicionar más de treinta años de fidelidad con su público y dieron un show haciendo playback... ¿dónde quedó la escencia del arte?¿qué fue del genuino deseo de consagrarse por siempre en el paraíso del recuerdo popular?
Pero el hueco debía ser llenado, y aprovechando la ausencia de una aplanadora de escenarios en escena brindando giras de años enteros por el sólo placer de hacer vibrar con pinceladas acústicas a más de 150 mil almas al palo, el Aparato optó por la más fácil. Así, los encuentros ocasionales en garages y pubs under para zapar algunos acordes amateurmente fueron suplantados por castings -tal como para una propaganda de TV- y las aberraciones que surgieron resultaron nefastas, por razones obvias.
La cuestión pasó a primordiar al vil metal por sobre la vocación y el empuje del corazón a sentirse comprendido mediante un lenguaje distinto, para unos pocos. Se rellenaron estereotipos tan claros como penosos, con una falta de raciocinio alarmante, de peligrosa proyección generacional a corto y mediano plazo.
Lo peor de todo es que no me alcanza con descargarme a través de estas lineas, porque el adolescente-revelde-rocker que todavía reside en mi -y espero nunca me abandone- clama a gritos por poder liberarse de la monotonía de la vida y salir a llevarse puesto al mundo acompañado por material sonoro descollante, mas las pedorras alternativas que se ofrecen dejan demasiado que desear.

Aullen conmigo en este post suplicante por una pizca de dignidad melódica y aptitud artística en los años venideros... por respeto a la historia y cuidado del futuro.
 

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23.7.04
Fe de erratas
En tiempos en los que el hombre le ha puesto precio a sus valores, ofreciendo su alma al diablo a cambio de recompenzas materiales y títulos de nobleza efímera, resulta tan paradójico como reconfortante el hecho de seguir festejando el día del amigo. A lo largo de la historia, tenemos una diversidad de fechas practicamente para todos los gustos y de todos los colores: día de la madre, del bombero voluntario, del padre, de la raza, del periodista, del empleado de comercio, de la secretaría, y podríamos continuar así hasta cubrir el año entero, sin tener en cuenta los cumpleaños, las fechas patrias y las datas festivamente importantes. Al momento de festejar o celebrar dichos días, las aguas quedan divididas en dos claros bandos: están los que atribuyen a la felicitación o el abrazo cuestiones netamente marketineras -generar una excusa para un gasto- y optan por la indiferencia argumentando que cualquier día es un día apto para honrar a un viejo verdulero laburante o a una novia apasionada. En contraste, el grupo restante suele tener en cuenta estas oportunidades para obsequiar, elogiar, aplaudir, saludar e incluso brindar con su canillita de confianza o su profesor de la vida más influyente, sin importar las genuinas razones que generen tal instancia.
El día del amigo es un momento cuasiperfecto, uno de los pocos que produce una yuxtaposición de las mencionadas posturas tan claramente diferenciadas y enfrentadas: a los que descreen del fundamento original les permite disfrutar de una cena, compartir una cerveza o una reunión con sus amistades -tal como en cualquier otro momento del año-, mientras que a los románticos del pretexto les permite enamorarse del sólo hecho de exisitir para seguir construyendo algo tan tangible y a la vez insondable como lo es la amistad.
Pero más allá del análisis que se puede realizar sobre el asunto, creo que quien ideó el día del amigo incurrió en una pequeña fe de erratas al nombrarlo. Cualquiera de ustedes que posea una amistad de raíz, inquebrantable, eterna e intrínseca sabrá muy bien que es muy delgada la línea entre eso y la hermandad; de valores semejantes y principios tan francos como nobles. Si a esto le agregamos que en toda la vastedad de nuestro calendario de celebraciones inventadas no tenemos una fecha para nuestros pares en la jauría me convenzo que el Día del Amigo debería llamarse Día del Hermano.

 

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16.7.04
Hola...? hay alguien ahí?
Soy todavía un pendejo, aunque ya pasé hacer tiempo la adolescencia. A decir verdad, la puerta de entrada al terreno de la adultez asoma muy lejos en mi horizonte, sin embargo ya puedo percibir su inminente llegada y en cierta forma cómo va a ser. Soy un pibe común, de la clase media, con sus propias dudas y miedos, con sus certezas y sus convicciones. Me conformo con lo que tengo y lo que no puedo tener no me aflige. En este sentido tengo mis lujitos cada tanto, juntando algo de guita y con algún que otro sacrificio menor. Así poseo, luego de haber cumplido mi condena durante 6 meses con Visa, mi propio celular. No tiene pantalla color, no manda mensajes de texto, no me dice como están mis acciones en la Wall Street, no tiene el pronóstico del tiempo y obviamente no posee cámara de fotos. Es un télefono, hecho y derecho y nada más. El uso que le doy es el de cualquier pibe común, que quiere poder ubicar a quién sea -o ser ubicado por quién sea- en todo momento... ventajas de la era de la comunicación que le dicen, vio? Debe haber miles de personas normales en todo el país que utilizan el teléfono de la misma manera que yo y que -más allá de los chiches que el juguete posea- tienen el servicio solamente por el servicio en sí mismo. Tipos grandes, pendejos, madres, laburantes, desocupados, abuelas, gordos, flacos, fieles y no tanto; y la lista continúa perpetuamente y es tan amplia como la diversidad del ser humano. Sin embargo, el monstruo-mercado no nos contempla a todos en sus insondables cánones: en lugar de acuñarnos y representarnos ha optado por fabricar un prototipo de usuario que no existe, que es de plástico. Así, podemos ver las miles de propagandas que recibimos por la cabeza -y que entre otras cosas han llevado a nuestra generación a creer que no existe la posibilidad de sobrevivir sin adquirir un móvil- mostrandonos humanoides empleando las propiedades de la telefonía celular en usos que están a miles de años luz de nuestra galaxia de realidad. Vamos, no creo que ninguna de las personas que están leyendo esta reflexión hayan realizado alguna vez un salto abismal hacia el interior del gran cañon con su grupo de amigos, o que en un boliche -que pretende ser un extracto de la vida nocturna del argentino estándar- existan únicamente flacos con lomo de stripper y minas con curvas de top-model religionando el culto de la apariencia y el materialismo. ¿Cómo pretenden que uno se identifique con un chabón que tiene en la mano una nave-teléfono que le permite ganarse una mina con sólo sacarle una foto cuando sigo apelando a la infalible parabólica humana para llamar a mi mamá y avisarle que me deje comida en el microondas?
Pero lo más triste es que compramos, una y otra vez, la pildora que no tiene absolutamente nada que ver con nuestros síntomas de verdad y existencia. Esa es la que más nos gusta, porque amamos jugar a que somos lo que no somos. Y entonces vemos a la flaca cagándose de risa del pobre pibe -que podrías ser vos, o yo- comparándolo con su perro y decimos, como a lo largo de nuestra historia: yo quiero eso, al tiempo que sepultamos bajo tierra la pequeña voz decepcionada que clama a gritos que prevalezca la verdadera humanidad.


 

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12.7.04
Al fin llegaste
Frío. Implacable, atroz, que cala los huesos y congela la médula hasta dejarla como una estalactita perenne. Para muchos la perdición de las articulaciones, la peor temporada del año, la estación que no debería estacionar; que pone a las personas mal predispuestas, con poca paciencia y ganas de llegar al hogar. Se le atribuye al invierno propiedades criminales, mortales que llegan junto a su complice: la baja temperatura.
Mortal, tajante... ¿cómo se puede hacer semejante injusta acusación? El frio es calor: el calor es vida. No quiero que esta afirmación suene a frase barata o a una contradiccion obvia sacada del diccionario metafórico del poeta mediocre, pero realmente lo siento así. ¿Hay acaso alguna oportunidad en la que uno se sienta más vivo que cuando comienza el proceso gradual de calentar la gélida cama con el cuerpo como ancestral catalizador? Vamos, ¿existe en la pluralidad de las sensaciones del tacto algo más reconfortante que percibir la calidez de una persona que con apenas su existir es capaz de disiparnos toda remnisencia de clima helado?
Y aún hay más, mucho más. En esta época en la que algunos caemos ante el encantamiento glacial, todo cobra otro sentido. El regreso a casa tiene su propio sabor a nuevo, cosa que el verano se encarga de quitarnos en forma abrupta -y pegajosa. Los encuentros entre cuatro paredes nos convierten en seres más habladores, más humanos, con ganas de escuchar y compartir en lugar de disiparnos en la vulgaridad del estío.
Quizás mi especie esté por naturaleza más predispuesta a la exposición atérida que las demás, pero mientras va llegando al final esta breve refexión vayan permitiendo que el fuego de estas palabras les quite ese preconcepto condenatorio sobre el perverso frío que -inocente- lo único que lleva consigo es su implicita promesa de hipotérmico calor.
 

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11.7.04
Esperanza perdida (feliz día de la patria)
La plebe llegaba al palacio en pequeños grupos. Todos portando sus inofensivas armas: ollas, cucharones y sartenes. La paciencia había sido agotada. Sus sentimientos, ultrajados. El triste juego de la mentira y el atropello había llegado a su final. Manosear el molde de un estado que quiere crecer tiene sus costos. Casi siempre se paga con turbios arreglos, mas en determinados casos, cuando es genuinamente el pueblo quien exige acción y respuesta, el precio se paga con sangre y revolución. Y la historia nunca olvida una revolución.
Las huestes reales los esperaban formando un cordón humano que se extendía por todo el perímetro de la atrincherada fortaleza. Armados hasta los dientes, con una actitud claramente ofensiva y sin ningún aparente reparo en la dignidad o el honor del ser. Su utópico objetivo era tan claro como determinante y cruel. Acabarían con la espontánea manifestación de bronca e impotencia a como de lugar, sin piedad de ser necesario.
Cuando hubo una concentración total de gente, empezaron los cánticos, las melodías tristes de un pueblo harto del abuso. Hubo también ciertos desubicados, que tal vez por furia o quizás por motivos más obscuros atentaron contra la seguridad de todos y contra la motivación original de la protesta. La mecha se encendió, y la bomba comenzó a relamerse, ansiosa por provocar una explosión sin precedentes.
Entonces los bárbaros decidieron actuar, y el infierno se desató sobre la tierra, una vez más, como en un cuadro dantesco de la vida exhibiendo lo peor del hombre supuestamente civilizado. La caballería avanzaba sobre las personas como pisando la hierba. La infantería acribillaba inhumanamente a aquellos que lograban evadir a los jinetes apocalípticos. El deseo y la esperanza se fusionaron con el miedo y la desesperación para convertirse en una reacción ebullitiva de violencia sin control. Gritos, sangre, lágrimas y un manto de desilusión cubriendo la desazón de haber quedado a mitad de un camino glorioso.
Fue una tarde que vivirá en la infamia nacional hasta el resto de sus agitados días. Fue el día que la patria esclavizada intentó romper sus vínculos, y la libertad la abandonó.

Oid mortales el grito sagrado: Libertad Arde TroyArg, arde...



* Nota publicada en mi anterior -y abandonado- blog que me pareció oportuno volver a publicar teniendo en cuenta la fecha patria.
* Las fotografías fueron tomadas de acá
 

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3.7.04
Espejo del deseo
Ella salió de su casa con la mejor ropa con la que contaba, recién bañadita y producida a full para arrancar corazones. Según cuentan los ángeles que desde el cielo la vieron pasar esa tarde, hasta el mismo Maestro se asomó por una nube y se felicitó a si mismo por la majestuosidad de la obra que 21 años atrás él había creado.
El ser humano es un animal que admira la belleza ajena y la propia en cualquiera de sus ámbitos, en cualquier aspecto, primordialmente el personal. No es pecado mirarse una y otra vez en el espejo en búsqueda de un equilibrio-íntimo temporal que nos propine una tregua interna con nuestro -casi siempre- alicaído ego.
Ella subió la rampa de la estación de tren de siempre para ir al trabajo, radiante, en llamas. No existía ninguna razón particular para tanto despliegue de producción y arreglos más que la propia satisfacción de sentirse mujer, de demostrarse que cada tanto una lavada de cara en el look tiene un sentido actoral tan extravagante como divertido. Jugar a ser otro ser.
Es increible que la armonía con el cuerpo repercuta como una bomba de estruendo en los tímpanos de la mente y nos haga encarar el día de otra manera, más amena, más feliz por apenas dedicarle unos minutos más al cuidado de los aspectos externos. Pero así es: Una especie de máscara de lo que no somos -y jamás seremos-; un disfraz de un sueño inconciente e inalcanzable... la perfección.
Ella estaba llegando al molinete del andén cuando se percató de que el tren ya estaba casi listo para salir y que, en el extremo opuesto, el guarda de la estación tronaba a viva voz su silbato indicando que se estaban por cerrar las puertas. Tan rápido como pudo sacó su boletó y lo insertó en la máquina, al tiempo que el empleado ferroviario le hacia señas de que le estaba deteniendo la puerta: todo un caballero.
En el mismo momento que ella estaba ingresando en el vagón celebrando su suerte, con total vehemencia y descaro el guarda le aplicó un tremendo sarpazo en uno de sus redondos pechos, aprovechando la imposibilidad de la reacción y la defensa de su presa mientras la puerta se cerraba.
La belleza es un arma de doble filo cuyo precio por garantizar un pasaje de tranquilidad, bienestar y homeostásis a veces suele pagarse muy alto, en manos de bestias irracionales que no pueden contener su instinto de acabar con el castillo de ladrillos sutiles levantado poco a poco.
Tal como sucede con las pertenencias de mucho valor, la hermosura es un bien muy preciado que no siempre conviene ostentar.

*Nota inspirada en la Estación de Martínez en un viaje a cualquierparte.
 

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