11.6.04
El partido del que todos hablan
Fútbol, deporte de contacto físico, de caudillos que basan su autoridad en palabras... o hechos. Un partido con muchísimo más en juego que un clásico entre clubes eternamente rivales. Suficientes factores como para suponer que uno de los descenlaces que tendría el primer enfrentamiento entre Boca y River por la Copa Libertadores podía desembocar en la batahola que resultó. Vamos a ser honestos: difícil es para el hombre en momentos de tanta presión mantener la cordura y optar por el profesionalismo -ese vocablo tan escuchado en las últimas horas- y evocar a la parte racional de la mente para que meta paño frio a la situación. No obstante no justifico la violencia, y lo que los jugadores generaron ayer fue justamente eso: una suerte de Coliseo Contemporaneo con veintidos gladiadores batiendose a un duelo casi mortal por entretener al público. Sin embargo, en la antiguedad, el público luego del espectáculo se retiraba a sus quehaceres con normalidad. Aquí, un incidente de tales magnitudes puede desembocar perfectamente -como la historia señala que ha sucedido- en un altercado entre hinchadas con consecuencias nefastas, nefastas para todos, nefastas para el fútbol.Arde Troya... arde Y mucho se habla. Todos se convierten en dueños de la verdad y desde una postura cuasi-divina señalan con el dedo las conductas reprochables. Pero dentro de cada uno habita un animal que la naturaleza todavía no ha podido -si es que le interesa hacerlo- domar, domesticar. Esta fiera cada tanto sale a la luz de su escondite sombrío para mostrar la feroz realidad del hombre. En cualquier ámbito, cualquier circunstancia. La mayoría de las veces en nuestro interior, y hasta allí llega. Otras aflora en público, y eventualmente en privado. A vos, lector te pregunto: ¿nunca sentiste unas ganas atroces de hacer algo que tu -en ese momento- disminuído pero siempre latente sentido común clama a gritos que ni lo pienses?
Entonces hablar de profesionalismo en una situación así es complicado. No es ningún tipo de atenuante ni justificativo, aunque así lo parezca. Mas estos hombres pasan su vida entera trabajando bajo situaciones límites, de extrema fricción con otros humanos. Y nunca sucede nada.
Finalmente, en este sentido es comprensible, ante la diversidad de los intereses en juego, la enormidad de las presiones, y la ferocidad con la que se jugó el partido, el profesionalismo haya sido desplazado, aunque sea temporalmente, por el salvajismo.
 

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