2.7.05
Carta Franca
Seguramente me hayas visto como una figura más de las tantas que desfilaron delante tuyo desde que decidiste dejar atrás la comodidad de la pancita que te hospedó por nueve meses. No creo que por la noche, antes de que te quedes dormido con esa carita de ángel en el pecho de tu mamá repares en esa tarde en la que te conocí y me hiciste temblar las piernas cuando te levanté en mis brazos. Y posiblemente ni sepas que sos un punto de inflexión mágico en mi vida; que hay un antes y un después de tu llegada al mundo; que representás para mi el nexo entre el presente y un futuro tan lejano pero a la vez tan próximo que temo me agarré desprevenido.
Es por eso que te escribo esta carta. Porque necesito dejarte constancia hoy de lo que tu incipiente existencia significa. Es imposible explicar como lograste, solo con tu aparición en nuestra vida fundir en uno solo lazos familiares deteriorados por cuestiones que ojalá nunca tengas que comprender. O intentar descubrir de donde proviene ese halo que te rodea, que hace que baste con una sonrisa, un llanto o un pestañeo para que tengas pendiente a todo el universo de lo que puedas llegar a querer. Sería un tonto si le buscara una explicación a tanta fascinación, porque lo que es sagrado carece de toda racionalización.
Yo sé que todavía no tenés un estado de conciencia como para entender mi devoción por vos, pero ojalá cuando yo sea un viejo y vos un hombre, me leas esta carta y me sujetes la mano tan fuerte como el otro día que con tus deditos me rodeaste el pulgar pensando que se trataba del pecho de mamá. Y si de deseos se trata, entonces quiero ser para vos un escape a una tierra imaginaria como la de los cuentos que no puedo esperar para escribirte y luego leerte hasta que te duermas con una sonrisa. Quiero ya tenerte en frente mio pateando una pelota y preguntándome el por qué de todas las cosas. Quiero que me hagas estallar el corazón cuando digas por primera vez la palabra "Tío". Quiero ser cómplice tuyo cuando te reten por hacer tus primeros líos. Aconsejarte cuando decidas apostar tu corazón adolescente por una mujer que pienses que te merezca y brindarte el hombro y un abrazo cuando por un amor no correspondido padezcas.
Es un sentimiento extraño, ambiguo el que me domina cuando pienso en tu inminente futuro. Por un lado quiero disfrutarte en cada uno de los momentos que vayan marcando la impronta de tu alma, las matices que definan tu persona. Pero en total simultaneidad quise tanto que me despidieras con un te quiero y me estrecharas contra tu cuerpo que olvidé por un instante que ni siquiera largaste el babero.

Es por eso que te escribo esta carta y elevo alto en el cielo mi más profundo anhelo:

Ojalá sean estas líneas el comienzo de un cariño tan indescriptiblemente hermoso como el que cuando me sonreiste por primera vez sentí orgulloso.


Para Franco - 25/6/05 -
 

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