22.8.05
El Colegio de los Corazones Partidos
Existe una escuela que goza de un infame prestigio académico. La mayoría de las personas prefieren jamás pisar el establecimiento, aunque tarde o temprano todos atravesamos su puerta de entrada. Para ser aceptado no es necesario dar ningún riguroso examen de ingreso: basta con traer un corazón hecho pedazos para que de inicio la cursada.
Las disciplinas que allí se dictan son verdaderas pesadillas para los alumnos, y no hay chances de obtener el título sin haberse eximido con altas calificaciones en cada una de ellas. Es una extraña paradoja, pero los mejores promedios son en definitiva los que más dolor por haber amado han sufrido. Aunque existe una gran variedad de lúgubres cursos y materias, los estudiantes comentan por los pasillos oscuros del instituto la rigurosa planificación del programa de la asignatura Traición I y II, cuyos arduos ejercicios pueden incluir noches enteras llorando como niños por un desengaño amoroso, o escribir infinitos poemas que serán leídos solamente por el autor en la soledad de su habitación inundada de lágrimas.
Introducción al Enamoramiento Fallido cuenta con una metodología de estudio un tanto curiosa: los profesores tienden todo tipo de trampas y artilugios para lograr seducir a los aplicantes. Una vez que el cursante ha caído en el enamoramiento total y abre su corazón ante el maestro explicando lo mucho que lo ama, el docente hace trizas las ilusiones del alumno explicando con total desprecio que a la inversa los sentimientos no son para nada similares, y que pensar en que se de una cosa así es una incoherencia.
En las aulas donde se lleva a cabo el Taller de Desconsuelo, pueden encontrarse formas increíbles de evacuar el dolor por alguien que no se olvida. Quienes de esa clase participan son incitados a pintar frases románticas con aerosol en paredes de ladrillo que nadie leerá, redactar cartas que nunca llegan a conocerle la cara al buzón, componer canciones dulces para oídos a los que no les interesa ya lo que tenga para cantar esa persona. Las melodías son tan tristes que se prohíbe terminantemente tocarlas dos veces en el mismo día, y las letras resultan tan punzantes que se cantan hacia adentro, para no provocar suicidios en masa.
A diferencia de la jornada educativa tradicional, aquí se cursa las veinticuatro horas del día, sin posibilidad de descansar en el fin de semana. Después de todo, quien lleva un corazón roto no elige cuando sufrir y cuando dejar de hacerlo. El concepto de tomar vacaciones del tormento es sencillamente una utopía y tal como en un lugar pupilo, una vez puesto un pie dentro significa la vida entera añorando un respiro de libertad, de tranquilidad, de felicidad.
En el Colegio de los Corazones Partidos no existen los egresados. No hay una entrega de diplomas que amerite felicitaciones y aplausos. Para el alumnado, no existe el término alegría: fue sacado de los diccionarios y suplantada por la definición de melancolía. En cuanto a los que allí concurren, algunos permanecen repitiendo el año eternamente, porque el dolor es demasiado profundo para lograr reponerse. Otros con más suerte descubren en algún recreo un alma también en pena y de improvisto comienzan a conocerse, pero en cuanto la palabra felicidad se adueña de sus acciones se les da el pase a otra escuela, donde todos sus deseos color de rosa puedan complacerse.

Quisiera quedarme describiendo más detalles sobre esta misteriosa institución a la cual todos alguna vez hemos asistido, pero lamentablemente acaba de sonar la campana de regreso a mi clase de Amor Perdido...
 

--------------------------------------------------------------------------------------------