30.8.04
De retorno a casa
Al cuadro se lo puede apreciar igual que una escena en una obra contemporanea de cualquier anfiteatro popular. No importa el horario y el lugar, tampoco la persona; mucho menos si existe una explicación para repasar el número una y mil veces hasta que resulte casi sobreactuado. La conducta en cuestión es una radiografía de la mente tallada en fino marfil sobre el subconsciente, cuyos oscuros pasadizos apenas si hemos comenzado a vislumbrar. Claramente una dramaturgia cuyos personajes principales son la Eterna Incertidumbre derrotando al Incesante Azar en uno más de sus épicos combates como argumento de la obra. Y nosotros, los miles, millones de actores interpretando esos papeles simultaneamente, en una fracción de segundo, en un rol que nunca sabemos ciertamente que estamos interpretando.
Así, desprevenidos, subimos los peldaños del devenido escenario para en ese preciso momento interpretar el repetido guión que las antiguas potestades del pensamiento legaron como un estigma: una mirada insondable hacia las almas que nos rodean, que devuelven el vistazo con actitud inquisidora, de fria lejanía pero de cálida semejanza humana...
¿Qué esperamos encontrar cuando subimos al bondi? ¿Acaso realizamos un sondeo tratando de dar con nosotros mismos en la infancia, sentaditos en el fondo con las piernas colgando del asiento en el tiempo que esos viajes tenían dotes mágicos? ¿Escrutamos el horizonte de vidrio pasando las montañas de las cabezas que se alzan intentando dilucidar si en ese recinto móvil se halla nuestro amor certero? ¿transitamos ese corto pasillo que procede al auriga revisando los misteriosos rostros para averiguar en la profundidad de esos anónimos ojos la escencia del alma? ¿O lo hacemos por el mero capricho de la razón de tenerlo todo bajo sus riendas? La codiciada respuesta, desafortunadamente, escapa a vuestra entumecida comprensión.
En verdad, sólo unos pocos poseen la moraleja del melodrama: se trata de aquellos que transitan por el mundo sin boleto, que siempre le escaparon a leer la sinópsis de esta monotemática trama. Que viajan colgado de los estribos del ser humano disfrutando del viento que les acaricia el rostro.
Sin embargo, la historia demuestra que por desgracia, cada vez es más dificil encontrarlos vagando por las calles de la vida, transmitiendo de boca en boca el genuino argumento de esta vulgar sátira... Los Guardas de la verdad, poco a poco, se han ido encargando de silenciar a todos esos portadores de la trascendental revelación cuyo único patrimonio aquí yace esperando reavivar el espiritu.
 

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