24.12.04
Fiestas (felices queda a criterio del lector)
Cambia. Todo cambia. Las modas pasan sin más; los tiempos transcurren así nomás; las épocas huyen si no las domás.
Como siempre, como nunca, diciembre nos regala otra oportunidad para festejar. Una vez más el ritual de esconder los regalos, engatuzar a los más chicos, disimular el aplomo del año soportado sobre los hombros en una noche distinta, pero semejante a todas.

Igual. Todo igual. La gente no tiene tiempo para gastar; los pibitos andan sin cuetes para explotar; el cielo sin estrellas fugaces para admirar.
Escenas que se repiten, lugares comunes de la humanidad. "Que el año que viene sea mejor que este", "buenisimo volver a verte, hablamos durante el año así nos vemos", "los nenes están enormes, yo a vos te conozco desde que eras así"...
Frases aprendidas de memoria de un libreto cuya obra principal se estrena una vez al año, pero que nadie se cansa de disfrutar.

Mixturas, todo mixturas. Sentimientos encontrados de tristeza y felicidad; brindis dedicados a los que levantan las copas y los que ya no están; obsequios entregados con el sentir del corazón, y otros tantos despachados por pura obligación.
Volver a las raices profundas. El motivo original del asunto. Reunirse en familia, estrechar manos amigas, abrazar almas y olvidar por una noche, tan sólo una noche, que existe el día después. Ponerse cursi con una copa en la mano, mirar a las futuras generaciones e imaginar, al que pasa por la vereda de enfrente en soledad deseándole un cambio de suerte. Correr como loco hasta ese sillón en el jardín y quedarse tendido escrutando al cielo, implorando que por error o casualidad sea posible saludar al gordo del trineo.

Casi sin previo aviso estamos en el tramo final del trayecto, que alguien decidió denominar erroneamente la época de las fiestas. Una fiesta se hace por única vez, y nos deja el sabor auténtico de un plato que nunca más va a volver a ser elaborado. En cambio Las Fiestas se hacen año a año, en el mismo día, con las mismas personas, los mismos rituales, los mismos lugares, celebrando las mismas raices. Yo desde mi humilde cubil brindo de pie por esa similitud cambiante del hombre y su enorme capacidad de anhelar un año diferente pero que termine con todos como siempre reunidos brindando por un año diferente.
 

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